En estos días de grandes compras debido al confinamiento recomendado por el gobierno para frenar el Covid19, viene bien tener en cuenta cual es la forma correcta para conservar los alimentos.

Desde la Asociación de Quesos de Málaga aportamos nuestro granito de arena y os avanzamos algunas recomendaciones para conservar los quesos y así poder disfrutar al máximo su sabor y textura.

La primera gran cuestión: ¿dentro o fuera de la nevera?

Aunque algunos quesos por su composición o revestimiento aguanten perfectos fuera de la nevera, la norma general es conservarlos en frigorífico, sobre todo una vez los hayamos abierto.  Pero atención, porque no todos van en el mismo sitio de la nevera.
Los quesos muy blandos, frescos y quesos en crema que tienen un alto contenido de humedad y, por lo tanto, están más expuestos a contaminación micobacteriana, deben conservarse a una temperatura de entre 2-5 grados. De esta forma lo más sensato es conservarlos junto a los alimentos más perecederos en la zona más fría de la nevera que normalmente está justo encima del cajón de las verduras.
Los quesos de pasta blanda se conservan bien cuando está a temperaturas que oscilan entre los entre los 4 y los 8 grados. Por lo tanto, los tendremos que colocar en la parte central del frigorífico, junto a los alimentos ya cocinados, los tuppers con comida cocinada, postres y pasteles y aquellos productos en cuya etiqueta figure “una vez abierto, consérvese en frío”.
Y, por último, los quesos de tapa dura menos expuestos a contaminación se conservan muy bien entre 8 y 12 grados de temperatura, por lo que su sitio ideal será el cajón de la verdura.
Si los conserváis así no perderán cualidades, pero no cometáis el error de consumirlos directamente de la nevera. Todo queso refrigerado debe atemperarse, solo así podréis disfrutar de todas sus cualidades.
En este sentido hay que tener en cuenta que la mejor temperatura para consumir queso blando será entre 18-20 grados y un poco más, entre 22-24 grados para los quesos de pasta dura o semidura. Para alcanzar la temperatura optima tened en cuenta que mientras más grande sea el queso, más tiempo necesita estar fuera de la nevera.

Cómo conservamos el queso

El otro gran interrogante se plantea sobre el envoltorio, ¿papel encerado? ¿táper? ¿papel film?
La recomendación primera es que siempre hay que proteger el queso, nunca hay que meter un queso en la nevera sin envolverlo o guardarlo en algún recipiente.  ¿Por qué? La respuesta es que el frío seco de la nevera lo reseca perdiendo aroma y textura y, además, las grasas del queso absorben con facilidad los sabores, por lo que si no lo protegemos pueden coger olor o sabor de otros alimentos que estén en el frigorífico.
Las mejores opciones son utilizar el envase original o el papel encerado o incluso papel que usamos para el horno. Menos aconsejable es el papel de film ya que al ser plástico siempre tenemos que tener la precaución de no apretarlo demasiado para que el queso no se recaliente y aparezca moho y, en última instancia, el clásico papel de aluminio también se puede usar, pero observando las mismas precauciones que con el papel film.
Otra opción que se nos ofrece es la de conservar los quesos en recipientes herméticos, como los tápers, pero tenéis que tener en cuenta que esta opción no es válida para los quesos blandos ya que pueden estropearse y fermentar.
Por último, para los quesos que tienen moho en la superficie nuestra recomendación es envolverlos en un trapo de algodón humedecido con agua y sal para que conserven todas sus propiedades. Así no se secará ni se agrietará la corteza.
En general, cuando conservemos mucho queso en la nevera, colocar dentro un cacito con un poco de agua funciona muy bien para mantener el punto de humedad.

Tiempo de conservación

Ya que sabéis dónde y cómo poner vuestros quesos, solo os tenéis que tener en cuenta que, aunque las condiciones de conservación sean óptimas, no todos los quesos se pueden guardar el mismo tiempo.
En general, los más pequeños, los poco curados, los de pasta blanca y los bajos en grasa, son los que menos tiempo se pueden conservar y deberían consumirse antes de pasar más de 10 o 15 días en la nevera.
Y los quesos de tapa dura son los que más tiempo se pueden conservar ya que según sea su tamaño pueden estar en nuestro frigorífico más de un mes y hasta dos meses si son de más de un kilo de peso.
Así pues, nada nos impide ya consumir queso estos días, en perfectas condiciones.